jueves, 18 de diciembre de 2014

Las niñas de oro

Las Niñas de Oro es el seudónimo por el que se conoce al conjunto español de gimnasia rítmica que fue campeón olímpico en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 (Marta Baldó, Nuria Cabanillas, Estela Giménez, Lorena Guréndez, Tania Lamarca y Estíbaliz Martínez), además de a la gimnasta suplente de aquel equipo, Maider Esparza. Todas ellas tenían entonces entre 15 y 17 años de edad. Fue la primera medalla de oro olímpica en la gimnasia española, además de ser la primera de la historia en la modalidad de conjuntos, ya que estos pasaron en Atlanta a formar parte de los Juegos Olímpicos. El seudónimo empezó a ser utilizado por diversos medios de comunicación después del regreso del conjunto a España. Las integrantes del equipo, desde su llegada a la selección nacional, convivieron juntas en un chalet en Canillejas y entrenaron en el Gimnasio Moscardó de lunes a sábado primero 4 horas y después hasta 8 horas diarias en el año previo a los Juegos Olímpicos, en el que dejaron de ir al colegio. Fueron entrenadas por la seleccionadora Emilia Boneva y por María Fernández Ostolaza, y tuvieron como coreógrafa a Marisa Mateo. Las Niñas de Oro tienen un extenso palmarés con medallas en Mundiales, Europeos y otras competiciones internacionales, además de poseer diversas distinciones, como la Orden Olímpica, otorgada por el COE, la Placa de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo y la Copa Barón de Güell, otorgadas por el Consejo Superior de Deportes.
Este documental está hecho por las gimnastas y narra perfectamente su experiencia en el equipo español.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Lágrimas por una medalla, Tania Lamarca

Este libro narra la historia de Tania Lamarca como deportista de élite: su vida como gimnasta, su concentración en Madrid con el equipo nacional de gimnasia rítmica, sus triunfos, y su vida tras retirarse de la competición, todo contado en primera persona. Para la elaboración del libro, Tania y Cristina Gallo (periodista deportiva) se ayudaron de las anotaciones que realizó la gimnasta en su diario durante su etapa en la selección nacional. Tania, mediante la narración de su vida deportiva, intenta según sus palabras mostrar el esfuerzo, la dedicación y la pasión por su deporte que hicieron posible la consecución de sus metas, entre ellas ser campeona olímpica, así como la fuerte amistad creada con sus compañeras y todos los valores que le aportó la práctica de la gimnasia rítmica. Igualmente, denuncia la situación de abandono e indefensión que vivió tras su salida del equipo, donde no fue ayudada ni orientada por la Federación Española de Gimnasia, describiendo las muchas dificultades a las que se enfrentó en esa adaptación al «mundo real», como la vuelta a los estudios que tuvo que dejar apartados o los impagos por parte de la Federación. De esta forma, según sus propias palabras, quiere mostrar el desequilibrio entre el esfuerzo y sacrificio al que se entregó durante tantos años y la recompensa que recibió a cambio, con el fin de que esa situación no se vuelva a repetir
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En mi opinión, recomiendo este libro porque demuestra la superación de las metas que se puso un pequeño conjunto de gimnastas que al final llegaron a ser campeonas olímpicas. Adoro este libro.

viernes, 12 de diciembre de 2014

¡Primera entrada!

La gimnasia rítmica. Ese deporte al que le debo todo. Puede que para el resto sea uno más, que no hace falta nada más que tener flexibilidad, que se nace con ello y que no necesitamos esfuerzo para conseguir las medallas. Se equivocan. No saben que detrás de esa sonrisa que mostramos al salir al tapiz hay muchas caidas, heridas, lesiones, lágrimas, sufrimiento. Meses y meses de entrenamientos así, mejorando cada día más, y demostrar todo lo que hemos hecho a lo largo del tiempo en 90 segundos. Y eso cuesta, cuesta muchísimo. Y aún teniendo los empeines y rodillas destrozados, salimos y no nos importa el dolor. Porque se nos ha enseñado que sin dolor no hay gloria. Y aún así después de todo, no somos tan importantes respecto al resto de deportes. Somos pequeñas a los ojos del resto, pero en realidad somos grandes. Muy grandes.
 
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